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El campo magnético de la pirámide tiene la cualidad de acelerarse más que el de cualquier cuerpo en el espacio, por ello genera tensiones negativas en su centro geométrico cuando se encuentra correctamente orientada una de sus caras al Norte magnético.
Esta tensión negativa produce una tendencia al "vacío cuántico", pero la Naturaleza no tolera el vacío, de modo que comienza a llenarse inmediatamente con las partículas cuánticas más abundantes y esenciales de la materia, que son los neutrinos. Por diversas razones éstos viajeros casi indetenibles se estabilizan y quedan incluidos en el campo magnético de la pirámide. Sin embargo, la cantidad suele ser tal, que el campo no puede contener a todos (especialmente durante unos segundos tras la orientación de la pirámide).
Entonces se aglomeran trillones o quintillones de estas partículas que pesan unos 14 millones de veces menos que un electrón y son emanados en forma de "biones", también llamados "ORB" (Orgón biológico).
Estos bolsones de neutrinos producen completitud cuántica en los átomos de toda la materia expuesta al interior de la pirámide, reconstituyendo sus partículas (electrones, protones y neutrones) que siempre están en deficiencia debido al constante bombardeo de otras partículas (rayos gamma, beta, delta, X, etc). Estos átomos completados cuánticamente formarán moléculas menos vulnerables y más funcionales.
A nivel orgánico esto se traduce como vitalidad o revitalización, pues lo que hacemos a macroescala con la pirámide, ocurre en cada molécula de agua cuando queda bien orientada. De ahí la necesidad del baño, que no es sólo para limpiar el cuerpo, o la necesidad de revitalizarnos en la playa, en un río al lado de una cascada...
Los biones, por lo tanto, son sólo la demostración visible de este fenómeno estudiado en laboratorio durante seis largos años por el Equipo Osiris entre 1984 y 1991.
Cuando la pirámide funciona con mucho poder (por mayor densidad, materiales adecuados, correcta orientación, factores geobiológicos, etc), el campo es más potente y estable, entonces es difícil fotografiar o filmar los biones, porque la pirámide no les deja escapar. Sin embargo se establece un ciclo que en las Piramicamas ronda de 10 a 15 minutos, en que tendremos unos diez segundos de saturación cuántica del campo, de modo que podremos fotografiar gran cantidad de biones. Esto se determinó con una serie de experimentos, con cámara y ordenadores conectados durante 24 horas, en una secuencia de más de 8.100 fotografías.
Hoy es posible no sólo fotografiarlos, sino también filmarlos con algunos teléfonos móviles de última generación.
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